LA ESTRATEGIA DE SEGURIDAD Y LA PANDEMIA EN LA CDMX

Por Samantha Pérez Dávila

Recientemente, se generó en redes sociales un debate intenso acerca de si podemos considerar que la estrategia de seguridad de la Ciudad de México (CDMX) es exitosa a partir de las tasas de homicidios dolosos que reporta. Los fundamentos de la inferencia causal nos dicen que no podemos hacer esta aseveración en este momento. Aun cuando podamos asegurar que por una parte, la inseguridad se mide correctamente a través de los datos disponibles de homicidio y otros delitos y, por otra, los homicidios se redujeron efectivamente a partir de la implementación de las acciones de la estrategia de seguridad, no podemos descartar la existencia de otras causas que expliquen estas variaciones.

A inicios del año pasado, publicamos un artículo donde nos preguntamos cómo los cambios en los mercados de drogas ilegales podrían impactar los niveles de violencia. Había mucha incertidumbre para presentar un mejor análisis. Ahora que tenemos más información, la pregunta que surge en este momento es: ¿hasta qué punto sabemos qué ocurrió con la seguridad en México durante la pandemia?

Lo que sabemos

Sabemos que el crímen organizado mantiene sus actividades en todo el territorio mexicano, y que incrementó su presencia en la CDMX. Durante 2020 y 2021, realicé con el equipo del Programa de Política de Drogas del CIDE una revisión hemerográfica que nos permitió identificar los altos niveles de presencia de grupos criminales durante la pandemia. En este análisis, identificamos la actividad de la Unión Tepito, Anti-Unión Tepito, y del Cártel Jalisco Nueva Generación en la capital del país y 179 rivalidades entre diversos tipos de grupos criminales en la CDMX y el Estado de México.

Además, la violencia doméstica y de género se disparó de acuerdo a los datos de la Secretaría de Gobernación a inicios de 2020. El reporte elaborado por Data Cívica, Equis Justicia para las Mujeres e Intersecta describe cómo las llamadas relacionadas a la violencia doméstica realizadas a la Línea Mujeres pasaron de 968 en mayo de 2019 a 1739 en mayo de 2020, un aumento del 97 %.

Lo que hemos empezado a investigar

Los datos estadísticos nos ayudan a describir los cambios observados. Sin embargo, no nos explican las razones de dichos cambios. Las evaluaciones que cumplen con mínimos criterios de rigurosidad suelen tomarse un tiempo para producir resultados, pues la atribución requiere que podamos comprobar algunos supuestos (algunos demasiado difíciles de comprobar). Por ello, la evidencia acerca de la relación entre la pandemia y la seguridad es escasa en México y en el mundo. Una breve recopilación de estudios basados en métodos econométricos parece indicarnos que sí existe una relación entre la seguridad y la pandemia, aunque la dirección parece depender del tipo de delito que se estudia.

A nivel global, un análisis econométrico de series de tiempo con datos recolectados de 27 ciudades en 23 países muestra una reducción en el número de homicidios relacionados con la implementación de las restricciones de movilidad implementadas por los gobiernos. Sin embargo, de las 27 ciudades, sólo Lima, Cali y Río de Janeiro tuvieron reducciones estadísticamente significativas. Los resultados más significativos estuvieron relacionados con robo, robo a casa y de vehículo.1

En Estados Unidos, la evidencia preliminar parece apuntar a que las medidas de aislamiento están relacionadas con un menor número de delitos registrados. Uno de los primeros estudios, publicado en julio de 2020, reconocía la dificultad de realizar un análisis econométrico ante la falta de datos así como las limitaciones de utilizar los datos oficiales debido al subreporte.2 Con información correspondiente al periodo 2015-2020 de 25 ciudades de Estados Unidos y basándose en un análisis econométrico de diferencias en diferencias, este estudio encontró evidencia de que la medida de permanecer en casa tuvo un efecto en la reducción de incidentes y arrestos en delitos relacionados al uso de sustancias, robos y crímenes violentos, excluyendo homicidios y tiroteos.3

Respecto al caso mexicano, tenemos hasta ahora dos estudios de la misma naturaleza. El primero utiliza una serie de métodos econométricos para explorar el efecto de las medidas de movilidad en la variación en cinco tipos de delitos comunes y tres tipos de delitos relacionados al crimen organizado. Los autores encontraron que mientras los delitos del primer grupo (asalto, robo a vehículo, robo a casa habitación y violencia doméstica) se redujeron durante la pandemia, los del segundo se mantuvieron en los mismos niveles (extorsión, secuestro y homicidio).4

La principal limitación de dicho estudio radica en que utiliza datos de las carpetas de investigación iniciadas por fiscalías y procuradurías del país, las cuales reflejan un gran subreporte —a causa de que la mayoría de los delitos no se reporta a la autoridad debido en gran parte a la burocracia y a las malas prácticas de las fiscalías— y que podría explicar la discrepancia de las tendencias en violencia doméstica de otras fuentes.

En un segundo estudio econométrico, se encontró que la reducción en la movilidad podría explicar una proporción de la reducción de todos los delitos, a pesar de que el decremento de delitos violentos no fue significativo en todos los casos. Este estudio también resalta la falta de un diseño de evaluación que sustente la afirmación de que la reducción de la incidencia delictiva en la Ciudad de México se puede atribuir a la estrategia gubernamental.5

Lo que aún no sabemos

La información analizada en este artículo respecto a otras ciudades del mundo nos muestra que sí es posible generar evidencia sobre los resultados de la estrategia de seguridad implementada en la CDMX en los últimos años. Un estudio de esta naturaleza debe incluir, al menos, tres elementos. Primero, una mejor descripción de la teoría de cambio, es decir, ¿cómo se relaciona cada elemento de la estrategia con cada delito que busca combatir? Segundo, herramientas que permitan dar soporte a la relación causal entre la estrategia y los cambios observados, como en el caso de los modelos econométricos. Tercero, también es necesario un modelo que tome en cuenta conjuntamente factores importantes relacionados a la seguridad en la CDMX, como las medidas de aislamiento y restricción a la movilidad originados en la pandemia y los cambios en las estructuras del crimen organizado.

En conclusión, la pandemia modificó las tendencias delictivas en la CDMX y en otras partes del mundo. Problemas como el subreporte en los datos oficiales y la variedad de factores asociados con la violencia no nos permiten tener certeza sobre las razones por las que los homicidios registrados en la CDMX se redujeron. Sin embargo, tenemos una oportunidad para mejorar el diseño de los estudios y los datos hasta ahora utilizados, lo que nos permitiría entender mejor el impacto de la pandemia y de la estrategia de seguridad implementada por el gobierno.

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